13 ene 2010

A LOS PADRES MAS MALOS DEL MUNDO




Yo tuve los padres más malos del mundo, mientras que los otros niños podían desayunar un refresco y unas papas, yo tenía que comer huevos, fruta, pan tostado, jugo y leche.

Parecía que estaba encarcelado, mis padres insistían en saber dónde y con quién estaba.

Mi madre no me permitía ver la televisión o jugar Nintendo toda la tarde, me obligaba a hacer la tarea, leer, estudiar o a hacer cosas tan horripilantes como lavar trastes, asear al perro, tender mi cama, etc., parecía que en las noches ambos planearan la serie de actividades que me pondrían al día siguiente.

Insistían en que no dijera malas palabras, que saludara, que respetara a mis mayores. Que fuera atento, que hablara siempre con la verdad y nada más que la verdad.

Para cuando llegué a la adolescencia mi vida se torno aún más miserable, tenía que solicitar permiso con tiempo, dar uno y mil detalles de con quién, cuándo y cómo sería el evento al que asistiría. Mis amigos no podían llegar a la casa y únicamente tocar el claxon, ya que tenían que ser identificados por mis padres.

Mientras esto sucedía yo contemplaba fascinado como los padres de otros niños daban permisos, concesiones y costosos regalos. Pedro tenía apenas 12 años y ya contaba con su propia moto para desplazarse donde él quisiera; Pepe a los 13 años ya manejaba el auto de su padre para irle a comprar cigarros; Juan iba y venía sin avisar y tan solo contaba con 11 años. Realmente yo pensaba que todos ellos eran más felices que yo, podían disponer de su vida sin trabas ni ataduras, no era necesario llegar a casa a comer, ni avisar si llegarías tarde. El ruido ensordecedor de la moto de Pedro despertaba y aturdía a los vecinos, ¿él era realmente libre y feliz?... Pero pronto aprendí que eso no era lo mejor, ya que al poco tiempo vi con tristeza que tantos regalos y concesiones no eran más que formas para deshacerse de ellos, ya que sus padres estaban muy ocupados, haciendo dinero, socializando o tan solo divirtiéndose olvidando que tienen hijos a los cuales deben educar, por los cuales se deben responsabilizar, que el que le falten el respeto a los vecinos, insulten a la gente, roben y no estudien no los va a conducir a nada positivo. A veces pienso que si Pedro hubiera tenido unos padres tan malos como los míos, no se hubiera estrellado y matado aquel domingo; Pepe no habría atropellado a aquel niñito y Juan no estaría en la correccional por robo.

El tener unos padres tan malos como los míos me ha obligado a ser un joven responsable conmigo mismo y con la sociedad en la que vivo. Me ha concientizado que debe respetar a otros, estudiar para llegar a ser alguien y sobre todo no querer adelantarme a mi edad, ya llegará el momento en que pueda manejar, que tenga criterio y madurez para conducir mi vida como yo considere.

Gracias, papás, por haberse preocupado por mí, por enseñarme a vivir responsablemente... ésta, les aseguro, es la mejor forma de demostrarme el inmenso amor que me tienen. Gracias por ser los padres más malos del mundo.

Con amor, Su hijo.

1 comentario:

  1. Vaya Ramón, no tenía idea de lo dura que fue tu vida con un unos padres tan "malos". Al igual que tu, también pensé que mis padres eran malos y resulto todo lo contrario cuando al paso del tiempo; me veo diferente a mis amigas una tiene 4 muchachitos de diferentes hombres y otra apenas concluyo el bachillerato.
    Pero cuando me veo tan diferente a ella y a la vida que llevo, pienso en mis padres y desde mis pensamientos les digo gracias, creo que no he sido tan justa que digamos con ustedes...

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